Tonantzintla

Tonantzintla.


Nuestro cuarto punto de visita, un estraordinario lugar: "Tonantzintla". Tonantzintla es un testimonio fehaciente de la religión, de la cohesión y cultura de un pueblo. Del nacimiento a la muerte, todo individuo de la comunidad, atreves de la historia se identifica con su iglesia[…] Tonanzintla es el modelo de la expresión singular de nuestros pueblos[…] [Dr. Sabino Yuno Bretón en Rubial 1991]

Durante la época prehispánica existía un adoratorio dedicado a nuestra madre Tonantzin Diosa de la fertilidad, mismo que fue sustituido por el templo cristiano actual.

Fue fundado en el siglo XVI. Este pueblo alberga una de las joyas más ricas del barroco mexicano: La iglesia de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Fue fundada por los Francisanos. Fue posible con la aportación y en terrenos de propiedad de Antonio Bernabé Tecuoá y su esposa Martha María vecinos del lugar. Su construcción se inició en el 
siglo XVI. Para finales del siglo XVII contaba ya con crucero, cúpula, sacristía y altar mayor, y fue precisamente por esas fechas que se iniciaron las labores decorativas con estuco. Se considera cuatro etapas en la construcción del templo que abarca del siglo XVI al XIX.

La primera etapa de construcción se inicio a mediados del siglo XVI, con un pequeño santuario cuyos vestigios se localizan hacia el norte de la Iglesia esta etapa llegaría hasta mediados del siglo XVI, cuando se habría edificado la estructura arquitectónica que sería la base del templo actual que constaba de una nave sin crucero y una fachada muy sencilla, hoy destruida.

En la segunda etapa de construcción a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, fueron construidas la torre, la cúpula, el crucero y una pequeña sacristía, también se realizaron labores de estuco del ábside del crucero del retablo principal.

La tercera etapa y la más importante comprende la mayor parte del siglo XVIII se completa el edificio tal y como lo conocemos en la actualidad además se amplía la nave ocasionando que la torre quedara dentro de la nave, esto trajo como consecuencia la construcción de una nueva fachada.

En la cuarta y última etapa comprende los siglos XIX y XX, en donde se realizaron los detalles finales.

El decorado del interior del templo corresponde al estilo barroco indígena o 
barroco novohispano, consistente de una exuberante decoración con motivos indígenas, tales como ángeles con penachos de plumas, con guirnaldas de flores, con atuendos de caballero águila y con rasgos indígenas, frutas y plantas. Todo esto muestra una mezcla entre el mundo prehispánico y el mundo cristiano.

Cada uno de las figuras compuestas por “ángeles” morenos, nichos, con penachos de plumas, frutas tropicales, y sobre todo mazorcas de maíz, fueron laboriosamente creadas con una mezcla de barro, paja, huevo y una sustancia viscosa extraída de la hoja del maguey, y luego horneada y coloreadas especialmente para ser una pieza más dentro del engranaje visual que ofrece el interior de la iglesia.

Debajo de la cúpula recargada que custodia al altar mayor, los indígenas quisieron esconder allí, uno de los secretos más guardados y, que aun hoy, pocos han descubierto. Quien se pare debajo de ella (de espaldas al altar, de frente a la entrada) y levantando la vista intentando hacer foco justo en el centro. Vera que entre los pequeños querubines y angelitos de barro, emerge regordeta la cara del niño Jesús. Si sobre el mismo eje de los pies(y sin levantar la vista) gira en 180 grados, vera que además de la cara, en pocos minutos aparecen los brazos y los glúteos del niño, dando la sensación de que se acomoda en el aire para ser recibido por quien lo está observando.









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